El sol es una fuente de vida y de salud, pero también puede ser un enemigo para nuestra piel si no tomamos las precauciones adecuadas. La exposición solar sin protección puede provocar quemaduras, manchas, arrugas, envejecimiento prematuro y, en los casos más graves, cáncer de piel. Por eso, es importante cuidar la piel antes, durante y después de tomar el sol, para evitar estos daños y mantenerla sana y bonita.
En este artículo, te explicaremos cómo cuidar la piel después de la exposición al sol, qué productos y hábitos debes seguir para repararla, hidratarla y prolongar el bronceado, y qué hacer en caso de haber sufrido una quemadura solar. Sigue leyendo y descubre cómo mimar tu piel después de disfrutar del sol.
¿Qué le pasa a la piel cuando tomamos el sol?
Cuando tomamos el sol, nuestra piel recibe la radiación ultravioleta (UV) que emite el astro rey. Esta radiación se divide en dos tipos: UVA y UVB. Los rayos UVA penetran en las capas más profundas de la piel y son los responsables del bronceado, pero también de la pérdida de elasticidad, la aparición de arrugas y el riesgo de cáncer de piel. Los rayos UVB afectan a las capas más superficiales de la piel y son los causantes de las quemaduras, el enrojecimiento y la inflamación.
La piel tiene un mecanismo de defensa natural frente a la radiación solar, que consiste en producir melanina, un pigmento que le da color y que actúa como un filtro protector. Sin embargo, este mecanismo tiene un límite y, si la exposición al sol es excesiva o inadecuada, la piel puede sufrir daños irreversibles.
Algunos de los efectos negativos que el sol puede tener sobre la piel son:
- Deshidratación: el sol provoca una pérdida de agua y de lípidos en la piel, lo que la deja seca, tirante y áspera. Además, la deshidratación favorece la descamación y la pérdida del bronceado.
- Inflamación: el sol genera una respuesta inflamatoria en la piel, que se manifiesta con enrojecimiento, calor, dolor y picor. Esta inflamación puede durar desde unas horas hasta varios días, dependiendo de la intensidad de la quemadura.
- Alteración del pH: el sol, junto con el salitre del mar o el cloro de la piscina, altera el pH de la piel, que es el grado de acidez o alcalinidad que mantiene el equilibrio de la barrera cutánea. Un pH alterado puede provocar irritaciones, infecciones y sensibilidad en la piel.
- Oxidación: el sol genera radicales libres, que son moléculas inestables que dañan las células de la piel y aceleran el proceso de envejecimiento. Los radicales libres provocan la degradación del colágeno y la elastina, que son las fibras que dan firmeza y elasticidad a la piel, y favorecen la aparición de manchas, arrugas y flacidez.
- Daño en el ADN: el sol puede causar mutaciones en el ADN de las células de la piel, lo que puede derivar en el desarrollo de tumores malignos, como el melanoma, que es el tipo más agresivo de cáncer de piel.
¿Qué productos debemos usar para cuidar la piel después del sol?
Para el cuidado de la piel tras la exposición solar, es imprescindible usar productos específicos que ayuden a reparar, hidratarla y calmarla. Estos productos deben aplicarse después de limpiar la piel con agua y un gel o jabón suave, que elimine los restos de crema solar, sudor, arena, sal o cloro. Algunos de los productos que debemos usar son:
Aftersun
Es un producto imprescindible para cuidar la piel después del sol, ya que tiene propiedades hidratantes, calmantes, refrescantes y reparadoras. El aftersun se debe aplicar sobre la piel seca y limpia, dando un suave masaje hasta su completa absorción. Se debe usar tanto en el rostro como en el cuerpo, y se puede guardar en la nevera para potenciar su efecto frío.
El aftersun ayuda a aliviar la inflamación, el enrojecimiento y el picor de la piel, a restaurar la barrera hidrolipídica, a prevenir la descamación y a prolongar el bronceado. Además, algunos aftersun contienen ingredientes antioxidantes, que combaten los radicales libres y previenen el envejecimiento prematuro de la piel.
Crema hidratante
Además del aftersun, es conveniente aplicar una crema hidratante sobre la piel después del sol, para reforzar la hidratación y la nutrición de la piel. La crema hidratante se debe elegir según el tipo de piel (seca, grasa, mixta, sensible, etc.) y se debe aplicar después de que el aftersun se haya absorbido. La crema hidratante ayuda a mantener la elasticidad y la suavidad de la piel, a evitar la tirantez y la sequedad, y a proteger la piel de las agresiones externas.
Sérum
Es un producto concentrado que contiene activos específicos para tratar las necesidades de la piel. El sérum se debe aplicar antes de la crema hidratante, sobre la piel limpia y seca, dando unas gotas sobre el rostro y el cuello y extendiéndolas con la yema de los dedos. El sérum ayuda a potenciar los efectos de la crema hidratante, a penetrar en las capas más profundas de la piel y a aportar beneficios adicionales.
Algunos de los sérum más recomendados para cuidar la piel después del sol son los que contienen vitamina C, ácido hialurónico, aloe vera o rosa mosqueta, ya que tienen propiedades antioxidantes, hidratantes, regeneradoras y cicatrizantes.
Mascarilla
es un producto que se aplica sobre la piel una o dos veces por semana, para proporcionar un cuidado intensivo y específico. La mascarilla se debe elegir según el tipo y el estado de la piel, y se debe aplicar sobre la piel limpia y seca, dejándola actuar durante el tiempo indicado y retirándola con agua o con un algodón.
La mascarilla ayuda a limpiar, hidratar, nutrir, exfoliar, iluminar o purificar la piel, según sus ingredientes y su función. Algunas de las mascarillas más adecuadas para cuidar la piel después del sol son las que contienen arcilla, miel, yogur, pepino o aguacate, ya que tienen propiedades calmantes, hidratantes, refrescantes y suavizantes.
¿Qué hábitos debemos seguir para cuidar la piel después del sol?
Además de usar los productos adecuados, es importante seguir unos hábitos saludables que ayuden a cuidar la piel después del sol. Estos hábitos son:
Beber mucha agua
El agua es esencial para mantener la hidratación de la piel y de todo el organismo. El sol provoca una pérdida de agua y de sales minerales a través del sudor, lo que puede causar deshidratación, fatiga, dolor de cabeza, calambres o mareos.
Por eso, es importante beber mucha agua antes, durante y después de tomar el sol, para reponer los líquidos y los electrolitos perdidos y para evitar que la piel se reseque y se arrugue. Se recomienda beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, y aumentar esta cantidad si se hace ejercicio o si se está en un ambiente muy caluroso.
Seguir una dieta equilibrada
La alimentación es otro factor clave para cuidar la piel después del sol, ya que le aporta los nutrientes que necesita para repararse y protegerse. Se debe seguir una dieta equilibrada, variada y rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, pescado, huevos y lácteos.
Estos alimentos contienen vitaminas, minerales, antioxidantes, proteínas y ácidos grasos esenciales, que ayudan a hidratar, regenerar, fortalecer y prevenir el envejecimiento prematuro de la piel. Además, se deben evitar o limitar los alimentos procesados, fritos, azucarados, salados o alcohólicos, ya que favorecen la deshidratación, la inflamación y la oxidación de la piel.
Dormir bien
El sueño es fundamental para que la piel se recupere y se regenere después del sol. Durante el sueño, la piel aumenta la producción de colágeno y elastina, que son las fibras que le dan firmeza y elasticidad, y reduce la producción de cortisol, que es la hormona del estrés, que provoca inflamación y envejecimiento.
Por eso, es importante dormir entre 7 y 8 horas al día, en un ambiente oscuro, silencioso y fresco, y evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse, ya que emiten luz azul, que altera el ritmo circadiano y dificulta el sueño.
Evitar el tabaco
el tabaco es uno de los peores enemigos de la piel, ya que contiene más de 4000 sustancias tóxicas que dañan la salud y la belleza de la piel. El tabaco reduce el flujo sanguíneo y el aporte de oxígeno y nutrientes a la piel, lo que la deja apagada, grisácea y sin vida.
Además, el tabaco aumenta la producción de radicales libres, que destruyen el colágeno y la elastina, y favorecen la aparición de arrugas, manchas y flacidez. Por eso, es recomendable dejar de fumar o reducir el consumo de tabaco, para cuidar la piel después del sol y prevenir el cáncer de piel.
¿Qué hacer en caso de quemadura solar?
A pesar de tomar las medidas de protección adecuadas, a veces podemos sufrir una quemadura solar, que es una lesión de la piel causada por una exposición excesiva o inadecuada al sol. Los síntomas de una quemadura solar pueden variar según su grado, pero los más comunes son:
- Enrojecimiento, calor, dolor y picor en la zona afectada.
- Hinchazón, ampollas, sangrado o infección en los casos más graves.
- Fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos o debilidad en los casos más severos.
Si se ha sufrido una quemadura solar, se deben seguir los siguientes pasos para aliviarla y tratarla:
- Alejarse del sol y buscar un lugar fresco y sombreado.
- Aplicar compresas frías o paños húmedos sobre la zona quemada, para reducir la temperatura y la inflamación de la piel.
- Aplicar un after sun o una crema hidratante que contenga aloe vera, caléndula, manzanilla o mentol, para calmar, hidratar y regenerar la piel. Evitar los productos que contengan alcohol, perfume o colorantes, ya que pueden irritar la piel.
- Tomar un analgésico o un antiinflamatorio, como el paracetamol o el ibuprofeno, para aliviar el dolor y la inflamación. Consultar con el médico o el farmacéutico la dosis y la frecuencia adecuadas.
- Beber mucha agua o líquidos isotónicos, para rehidratar el organismo y la piel.
- Proteger la zona quemada con ropa holgada, de algodón y de color claro, y evitar el contacto con objetos o sustancias que puedan rozar, presionar o infectar la piel.
- Evitar la exposición al sol hasta que la piel se haya curado por completo, y usar un protector solar de factor alto o muy alto cuando se vuelva a tomar el sol.
Si la quemadura solar es muy grave, es decir, si afecta a una gran superficie de la piel, si presenta ampollas, sangrado o signos de infección, o si se acompaña de síntomas generales, como fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos o debilidad, se debe acudir al médico o al servicio de urgencias, para recibir una atención adecuada y evitar complicaciones.
Conclusión
La piel es el órgano más grande y más expuesto de nuestro cuerpo, y el sol es uno de los factores que más la afecta. Por eso, es importante cuidar la piel antes, durante y después de tomar el sol, para evitar los daños que el sol puede causar y para mantenerla sana y bonita.
Para cuidar la piel después del sol, se deben usar productos específicos que ayuden a repararla, hidratarla y calmarla, como el aftersun, la crema hidratante, el sérum o la mascarilla. Además, se deben seguir unos hábitos saludables que ayuden a cuidar la piel desde dentro, como beber mucha agua, seguir una dieta equilibrada, dormir bien y evitar el tabaco. Y, por supuesto, se debe evitar la exposición al sol cuando la piel está quemada o irritada, y usar un protector solar adecuado cuando se vuelva a tomar el sol